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Texto en el catálogo de Comisario


VOCES INDÍGENAS
Alfons Hug

Actualmente, la población indígena de América Latina asciende a unos veintiocho millones de personas, equivalente al seis por ciento de la población total. Las lenguas amerindias – en total cerca de seiscientas – se encuentran dispersas en los veinte Estados latinoamericanos, con excepción de Cuba, Haití y República Dominicana, y representan el diez por ciento de las lenguas conocidas en el mundo. Cerca de un tercio de ellas están amenazadas de extinción, otro tanto se encuentra en una situación crítica. Mientras que las lenguas quechua (Perú, Ecuador, Estado Plurinacional de Bolivia), guaraní (Paraguay), aimara (Estado Plurinacional de Bolivia, Chile, Perú) y nahuatl (México) son habladas por varios millones de personas, en el caso del arara (Brasil), boruga (Costa Rica), pipil (Honduras) y chorote (Argentina) sus actuales hablantes son menos de mil. En Brasil se hablan más de 160 lenguas de pueblos originarios, en tanto que en algunos Estados de América Central sobrevive apenas un puñado. El 85% de las lenguas originalmente existentes hacia el año 1500 ha desaparecido.
Cristina Calderón, nacida hacia 1938 en Puerto Williams (Chile), es actualmente la única persona que habla el lenguaje yámana en Tierra del Fuego. Un artista entrevistó a la anciana con el fin de preservar al menos un vocabulario básico de esa lengua. Con cada lengua que desaparece, no sólo se apaga un valioso legado lingüístico, sino también una visión genuina de mundo y ambiente.

 

Un dato alentador en medio de esta realidad dramática es que en la mayoría de los países del continente se observa un nuevo indigenismo y se debaten seriamente diferentes formas de vida tradicionales. Esto ocurre no sólo en países como el Estado Plurinacional de Bolivia, Ecuador y República Bolivariana de Venezuela, sino también en Brasil e incluso en Argentina. Brasil creó centenares de reservas o «Tierras Indígenas» nuevas. En el Estado Plurinacional de Bolivia, la Constitución promueve los «derechos de la naturaleza» como expresión del «sumak kawsay», que en lengua quechua significa «buen vivir» o «vida pura y armónica». El concepto del «buen vivir» plantea una convivencia armónica entre las personas, así como entre el ser humano y la naturaleza.

En los últimos años tuvo lugar una reorientación del arte contemporáneo hacia la herencia histórica. Los artistas ya no confían sólo en sí mismos para buscar soluciones a los acuciantes problemas del presente. Parecerían haber firmado una suerte de pacto secreto con los viejos maestros, cuyo eco trasciende con fuerza los siglos. Habríamos ganado así un nuevo y fiel compañero de ruta, y no dependeríamos ya únicamente de nuestro propio pensamiento. Por otro lado, el arte contemporáneo incorpora un número creciente de procedimientos originarios de las ciencias naturales en cuanto a recolectar, archivar y clasificar material.

En su Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1799 – 1804) que lo habría de llevar a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba y México, el naturista Alexander von Humboldt adquirió en la selva amazónica de la cuenca del Orinoco un papagayo de los indios caribes que éstos habían obtenido como botín, fruto de su ataque a una tribu vecina. Humboldt advirtió que el papagayo no hablaba la lengua caribe, sino aquélla de la desaparecida tribu maypure. De hecho, el ave era su único hablante vivo. Humboldt atinó a anotar en su diario algunas palabras en forma fonética: yuvi = tiempo, sonirri = bien, bonito, vasuri = diablo, nunaunari = amigo.
Humboldt asignó gran importancia a un «trato estético de los objetos de historia natural» y a una unidad entre el arte y las ciencias. En más de una oportunidad utilizó el concepto «pintura natural», con lo que creó un enfoque iconográfico que sirve de base a los artistas de hoy.

Instalación sonora

La instalación sonora que presentamos incluye varias lenguas indígenas de América Latina. Han sido seleccionados aquellos artistas que tienen una afinidad con el legado lingüístico indígena. En la elección de las lenguas se tomó en cuenta no sólo la relevancia histórica y cultural de la lengua y del grupo étnico, sino también el peligro de extinción al que están expuestas y su atractivo estético. Los artistas de este proyecto determinaron, además, el tema y el tipo de texto (ficción, fábula, oración religiosa, etcétera) a exponer.
El visitante que ingresa al espacio de la exposición escuchará primero un murmullo indefinido y polifónico, una suerte de tapiz sonoro que recuerda un espacio sacro; las diversas lenguas se harán más claramente audibles a medida que se acerque a cada uno de los altoparlantes.
La reducción radical de la instalación al sonido exige del visitante una intensa concentración. Cuanto más esté dispuesto el oyente a sumergirse en este cosmos de idiomas rara vez escuchados, tanto más podrá prescindir de elementos visuales.
Cabe destacar que todos los artistas colaboraron en un trabajo colectivo llano, sin hegemonías ni jerarquías.