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«Le mafie straniere e il ruolo dell’Italia», Giovanni Tartaglia Polcini


En la rivista en línea «Sintesi dialettica per l’identità democratica» se publicó el artículo del Magistrado Giovanni Tartaglia Polcini «Le mafie straniere e il ruolo dell’Italia».

 

Entender cómo se reproducen las mafias a lo largo del tiempo y del espacio requiere también abordar la cuestión de «qué es la mafia», es decir, identificar los límites que la definen, teniendo en cuenta la especificidad de los contextos en los que está presente.

En este contexto, por ejemplo, no es del todo correcto hablar de nuevas mafias, sino de maneras de manifestarse de las organizaciones criminales mafiosas que se repiten cíclicamente en la historia (cf. Luigi Sturzo, La mafia, dramma in cinque atti, Roma 1900).

Hablar de la Mafia hoy, en singular, es erróneo y anacrónico, por lo menos tanto como considerar el fenómeno mafioso como un problema principalmente o exclusivamente italiano.

Se trata, en efecto, de un estereotipo muy perjudicial para la imagen de nuestro país, y sobre todo corre el riesgo de generar una infravaloración del fenómeno delictivo, con grave peligro para el Estado de Derecho de las otras realidades nacionales y regiones enteras.

Sería más correcto, sin embargo, el uso de la forma plural del término «mafias», con la sagacidad de diferenciar las organizaciones criminales mafiosas – en consideración a la relación con el territorio determinado – entre nacionales (o autóctonas) y extranjeras.

Además, para tener una visión completa de las mafias contemporáneas, es necesario tener en cuenta que los grupos criminales más poderosos de la actualidad son transnacionales, es decir, que operan en más de un escenario nacional.

El panorama descriptivo se hace cada vez más complejo si se tiene en cuenta que cada vez aumentan las nuevas formas de agregación delictiva que, aunque estén arraigadas en un único territorio, no tienen una relación de identificación histórica y cultural con el mismo, porque no tienen características autóctonas pero, en cambio, reproducen tradiciones delictivas de origen lejana.

Al mismo tiempo, incluso algunas organizaciones criminales históricamente presentes en un país, comienzan a replicar fórmulas de agregación y a utilizar maneras de relacionarse externas, propias de grupos criminales extranjeros, en virtud de la emulación de modelos aprendidos en el trascurso de los contactos con estos grupos, en el contexto del tráfico ilegal común, o, más banalmente, a través de la representación dada por los medios de comunicación.

Dicho esto, si en el plano de la globalidad de las amenazas y de la transnacionalidad de las operaciones de las organizaciones criminales de tipo mafioso más modernas, no se han observado discusiones particulares a lo largo del tiempo, y de hecho, hay una creciente profundización de la geopolítica mafiosa global, no ha habido, por el contrario, un análisis de las constantes y de las características comunes a los diversos grupos criminales activos en escenarios territoriales distintos y transnacionales. Esto constituye un error estratégico tan grave como marcado, tanto desde el punto de vista científico como desde la perspectiva de la cooperación judicial y de la policial internacional.

Es un hecho que las mafias italianas (Cosa Nostra, ‘Ndrangheta, Camorra) son universalmente conocidas también por el storytelling que ha marcado el éxito de ciertas literaturas y películas.

Leonardo Sciascia supo prever, en un famoso artículo del «Corriere della Sera» del 10 de enero de 1987, el desarrollo de la acción de los llamados “profesionales de la lucha contra la mafia” y las relativas consecuencias negativas para la reputación de nuestro país, Italia.

Permítanme ser claro: no pretendemos negar o subestimar la existencia de las mafias italianas y su capacidad de penetración social y económica, que ha marcado fuertemente la historia de nuestro país.

Sin embargo, hay que señalar que existen y proliferan organizaciones mafiosas consolidadas también en otros países, completamente autónomas en sus orígenes respecto a las mafias italianas: tales son, sin duda, las albaneses, las rusas (entre ellos la Solntsevskaya Bratva), las nigerianas, las chinas (las llamadas Tríadas), las japoneses (la Yakuza, que tiene su máxima expresión en el Yamaguchi Gumi), así como las organizaciones criminales de América Central y del Sur (las maras, las pandillas, los brasileños Primero Comando da Capital y Comando Vermelho, los cárteles del narcotráfico como el de Sinaloa en México, los colombianos Medellín y Cali, etc.).  El fenómeno de la mafia es, por lo tanto, de alcance mundial y sitúa la cuestión de la delincuencia organizada en lo más alto de la agenda mundial de justicia y seguridad.

En este sentido, uno de los desafíos más importantes para el abogado-diplomático se representa con la oportunidad estratégica de dar a conocer y exportar los modelos normativos más eficaces ante fenómenos tan extendidos, que a menudo se caracterizan por ser constantes.

Este es precisamente el ámbito de desarrollo de la diplomacia jurídica antimafia italiana, tanto en su componente finalizado a la armonización de los sistemas jurídicos a nivel normativo, como en su dirección de asistencia técnica. De hecho, Italia es el país de las mafias más conocidas del mundo, pero también es la sede de la lucha contra la mafia más concreta y eficaz de la historia: no es casualidad que nuestro país sea el destinatario de numerosas solicitudes de asistencia técnica, formación profesional de magistrados y funcionarios de policía, diseño y organización de las instituciones enforcement, renovación de los marcos normativos y difusión de los valores de la legalidad. La creciente demanda de conocimiento de los modelos de lucha contra la corrupción, la mafia y el lavado de capitales adoptados en nuestro sistema no procede únicamente de los Países en desarrollo.

De hecho, no es extraño afirmar que la UNTOC (Convención de Palermo de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional) y su recientemente aprobado mecanismo de revisión, se inspiran en nuestro sistema antimafia; además, a nivel global, no son raras las hipótesis de homologación de los paradigmas normativos de importantes sistemas jurídicos a nuestra legislación. Por ejemplo, en el reciente pacote anticrimen, aprobado a propuesta del ex ministro de Justicia Sergio Moro, el Código Penal brasileño ha tomado prestado nuestro artículo 416 bis del Código Penal con algunas adaptaciones.

Italia ha vuelto a asumir un papel perfilado gracias a la vigencia de instituciones, prácticas y modelos jurídicos que se caracterizan por una fuerza y eficacia originales y que se han convertido en un punto de referencia a nivel mundial.

Concluyendo, intercambiando la narrativa sobre la relación entre las mafias e Italia, demostrando la eficacia de nuestros modelos antimafia, por un lado podemos reducir una brecha a veces insoportable entre la realidad y la representación en el exterior de nuestro sistema social, institucional y económico, y por otro lado podemos contribuir al desarrollo sostenible de toda la humanidad.

Sin embargo, sería necesario profundizar las características comunes de las mafias modernas, estudiar sus puntos débiles y compartir estrategias de contraste y protocolos operativos.

Es impensable, por ejemplo, hoy en día, contrarrestar a los grupos criminales sólo con medidas personales y sin un recurso contundente a los decomisos: las mismas investigaciones penales y preventivas, en la materia que nos ocupa, debe dirigirse siempre hacia los perfiles tanto estructurales como funcionales de las organizaciones criminales mafiosas. Esta es una característica específica de nuestro sistema. La cúspide del estatuto especial antimafia italiano radica en el destino de los bienes y propiedades confiscadas a fines sociales, y es en este aspecto estratégico específico donde la lucha contra las mafias a nivel mundial puede y debe ciertamente beneficiarse de la experiencia de nuestro País.

 Versión en inglés